Las reacciones, los actos obsesivos, los repetimos una y otra vez, como si estuvieramos inmersos en una montaña rusa, donde no se puede hacer otra cosa que esperar a que pase lo que esta marcado. Por exagerado que sea.
Y ahí reside el reto: cambiar tus reacciones normales, cambiar tus hábitos, arriesgarte y hacer elecciones diferentes. Si no consigues la consecuencia que querías, cambiala una y otra vez hasta obtener finalmente el resultado que deseas.
Cuando no te gusta una persona, puedes apartarte de ella. Cuando no te gusta un grupo de gente, te puedes apartar de él.
Pero si no te gustas a ti mismo, no importa adónde vayas, siempre estarás allí.
Para evitar tu propia compañía necesitas tomar algo que atonte, que aparte tu mente de ti. Quizás el alcohol te ayude. O quizás alguna droga. Puede que la comida: sólo comer, comer y comer.
Pero el maltrato de uno mismo puede llegar a ser mucho peor que todo esto. Hay gente que realmente se odia a sí misma. Se autodestruye, se mata poco a poco, porque no tiene la sufiente valentía para hacerlo de golpe.
Son tus hábitos (tus reacciones) las que te hacen sentirte muy desdichado o muy feliz.
Tus reacciones son la clave para tener una vida digna. Si eres capaz de aprender a controlar tus propias reacciones, entonces podrás cambiar tus costumbres (tus hábitos), y cambiará tu vida.
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