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18.6.15

Mitos, leyendas y soluciones entorno al sobrepeso y la obesidad ( II ) Dietas por internet

MITO 4.  DIETAS POR INTERNET

Si escribimos en nuestro buscador la palabra “dieta”, en 0,33 segundos aparecerá un aviso de que hay 101 millones de referencias web para esta palabra.  Lo que nos indica la escalofriante demanda e interés (negocio) del término. 

La información es necesaria, la sobreinformación y sobre todo el empacho de información nos impide que analicemos detenidamente qué es lo que necesitamos realmente.

En internet, por un lado están las personas que escriben para explicar su experiencia, que es algo sumamente interesante en cuanto a experiencia personal, el problema muchas veces es que está tamizada por la propia persona que lo explica a su manera.  Pocas veces veremos escrito “Pasé por completo de las indicaciones, de las recomendaciones, de los controles y de las visitas… y así me fue, fatal”. 

Con demasiada frecuencia ocurre lo que llamo “explosión”, alguien que va a empezar un tratamiento de obesidad (el que sea), escribe muchos posts antes de empezar, anunciando que se ha decidido por tal clínica, o por tal tratamiento, luego muchísimos más posts cuando lo empieza, a veces reportajes día a día, hora a hora, de lo que está ocurriendo y unos resultados asombrosos en el primer mes, 5, 7, 10, 12 Kilos una maravilla.  Luego la cosa se mantiene unos meses, para luego ir bajando, bajando, hasta que ya no escribe.  Habíamos seguido a esta persona día a día, y nos hacían mucha ilusión sus resultados.  Lo normal es que los explosivos resultados iniciales se van estabilizando hasta que ya no se baja, e incluso se empieza a subir, allí viene la decepción, la tristeza y el dejar de escribir, una pena, porque nos quedamos muy tristes todos.

A mí me interesan sobre todo los testimonios “añejos”, las de personas que iniciaron su cambio, con el tratamiento que sea, y lo han ido manteniendo por años.  Sigo unos cuantos blogs con testimonios de personas que hicieron su proceso personal de bajar de peso y continúan con su proceso personal de saber mantenerse. Estos sí que son interesantes.

Hay infinidad de webs que muestran excelentes resultados, con dietas para bajar de peso, unas bastantes razonables, otras más bien diseñadas para un curso de supervivencia en el desierto.  Dietas para adelgazar que van desde las 1.500 Calorías a las 500 calorías… o menos. 

Se venden o publicitan productos que cuando los tomes van a dar resultados sorprendentes, algunos naturales, como la alcachofa, y otros que son pastillas, que en el mejor de los casos son ayudas naturales para ayudar a controlar el peso, y en el peor combinaciones químicas sin ninguna garantía médica.  Se calcula que las personas que hacen dieta se gastan una media de 40€ mensuales en remedios adelgazantes…. Que no adelgazan.

Entre las miles y miles de informaciones que puedas recibir de la web, no vas a encontrar ni una sola web, ni ninguna hoja de dieta, ni ningún procedimiento que te sirva para adelgazar.

Dicho de otra manera, no hay en el mundo nada ni nadie que pueda substituirte, y hacer que bajes de peso. 

El problema viene del empacho de información, de querer buscar “algo” o “alguien” que te dé la clave (¿mágica?) que va hacer que bajes de peso porque sí, porque pesar poco es bonito.  Entre tantos testimonios de personas que han hecho un antes y un después y han bajado asombrosas cantidades de kilos, técnicas nuevas, métodos nuevos, todo el mundo te ofrece lo que podríamos denominar “atajos” para saltarse las reglas y bajar de peso, es fácil perderse y olvidarse de lo elemental, que es aplicar el sentido común.

Vamos a poner un ejemplo, una persona quiere hacer el Camino de Santiago, va a la cadena de tiendas de deportes que todos conocemos y que se puede comprar de todo lo necesario a precios razonables, y se compra un equipo completo… más que completo… incluso le podría servir para hacer la ascensión al Everest.  Se ha olvidado de lo más importante, de escuchar su sentido común.  No ha tenido en cuenta que se plantea andar 800 Km en 30 días… cuando no es capaz ni de subir 5 pisos sin ascensor.  ¿Es lógico plantearse andar 800 Km sin la más mínima preparación?  Ni es lógico ni se ha aplicado el sentido común, por la facilidad en acceder a todo, a la posibilidad de comprar, pero “comprar” no significa “hacer”.   No existe en el mundo ningún calzado que te lleve de Roncesvalles a Santiago de Compostela. 

De  manera análoga, imagina esta situación, que quizá te resulte familiar.  Una persona, después de escuchar un estupendo y atractivo anuncio, o que a un amiga/o le ha ido fenomenal, decide hacer una dieta de las llamadas proteinadas.  Va a la tienda y sale cargada de bolsas que contienen cajas de cosas cargadas de proteínas: barritas de chocolate de proteínas, flanes de proteínas, macarrones al pesto de proteínas, tortillas de champiñones de proteínas, pizzas napolitanas de proteínas… total: 200, 300, 400, ó más, en euros.  Que se haya gastado este dinero, incluso, que haya escuchado pacientemente las explicaciones que se le han dado, no significa, ni mucho menos que va a adelgazar.  “COMPRAR” NO SIGNIFICA “HACER”.  Incluso gastando grandes cantidades de dinero.     
   
Tú no eres lo que sucede, sino aquel a quien le sucede.

La cosa va al revés, PRIMERO HAZ Y LUEGO COMPRA
En el ejemplo del Camino de Santiago, primero busca un calzado cómodo de los que hay en casa y planea excursiones, se consciente de lo que te propones, extrae de internet la información dosificada, de una manera racional interioriza tu proyecto, prepárate mental y físicamente.  A medida que vas practicando te vas dando cuenta de tus necesidades, que es lo que puedes hacer tú y qué es lo que puede hacer por ti la tienda de deportes, date cuenta que para andar 800 Km es necesario un calzado adecuado y ya usado en muchos meses, que tu mochila no puede pesar más de un 10% de tu peso.  En definitiva, hazte el dueño de tu proyecto.

Para bajar de peso es lo mismo.  Primero utiliza tu sentido común, empieza por eliminar lo más escandaloso que haces y que no te ayuda para nada.  De una manera  poco traumática empieza a reducir el tamaño de las raciones que comes, si te enloquecen los dulces, dosifícalos gradualmente.  Empieza por ponerte algunos límites, los que puedas hacer. 

Cambia la manera de hacer la compra.  Cambia calidad por cantidad.  Haz una compra menos voluminosa pero cargada de productos más saludables. Sé consciente de lo que compras y de si realmente te conviene, a ti y a tu familia. 
Planea de manera informal alguna excursión, empieza a andar, empieza a moverte. 

No te quites ningún alimento sino entiendes que debes quitártelo, que no sea un sacrificio, sino la consecuencia de haber meditado sobre lo que conviene más a tu salud.

Vamos a suponer que te gustan los canelones, bueno… más que gustarte… te apasionan.  Planifícalo bien, primero decide el día que vas a comer canelones, si son caseros haz cambios para que sean lo más sanos posible.  Si son de compra, planifica bien donde los vas a comprar, elige un sitio de confianza... de mucha confianza.  Como te gustan tanto, cocínalos con cariño, con sentido común, prepara con cuidado la mesa.  Haz una buena ensalada como entrante, que sea muy vistosa.  Antes de repartir, decide cuántos vas a comer, haz un examen sensato de tu realidad, no se trata de cuántos puedes pagar, o cuántos te caben en el estómago, se trata de saber cuál es la cantidad que te va a dejar bien. 

Aprende a escucharte.  Empieza por poner un cierto orden en tu alimentación, tu actividad mental y tu actividad física, que van estrechamente ligadas.  Antes de ir a dormir, desconecta 20 minutos el Whatsap  y la Tele, y escúchate a ti, piensa en lo que has hecho durante el día, y qué puedes mejorar. 

SÉ UNA PERSONA COMPROMETIDA CON TU SALUD Y LA SALUD DE LOS QUE VIVEN CONTIGO. 

Cuando hayas hecho estos primeros pasos, y los hayas implantado en tu vida, medita qué elementos pueden ayudarte a complementarlos… sin estridencias, sin atajos precipitados.

Conversa con tu cerebro y dale un buen argumento para bajar de peso, si le dices que es para lucir bikini, no lo vas a convencer, y no va a parar de decirte que tiene hambre. Incluso si le dices que es para bajar el colesterol tampoco te va a hacer mucho caso.  Busca unos buenos argumentos para que entienda que se había ido por un camino que no nos conviene (malos hábitos) y que hay que rectificar.  Tú mejor que nadie te conoces y seguro que sabrás hacerle entender que hay que hacer un cambio vital en esta vida.  



15.6.15

Mitos, leyendas y soluciones entorno al sobrepeso y la obesidad ( I )





Cuando una persona se encuentra en situación de sobrepeso, por lo general, la gran mayoría, recurre a someterse a una situación excepcional que es hacer dieta.  Otras personas hacen caso a las insistentes recomendaciones de que la dieta se debe acompañar con ejercicio y lo complementan con alguna actividad física. Hacer dieta y ejercicio,  visto así: “Como quiero bajar de peso, como menos y voy al gimnasio”, da como resultado que se abandona el proyecto de bajar de peso en poco tiempo, y encima luego viene  la recuperación de los kilos que se habían bajado, y en la mayoría de las veces, vienen con  una propina de más.

MITO 1. LO QUE “ENGORDA” Y “NO ENGORDA”

Después de haber dejado una dieta, tarde o temprano se vuelve a la carga, con la idea de que lo que falló fue el tipo de dieta que hizo, o que se abandonó el ejercicio.   La publicidad y los comentarios de la calle que venden cosas que “si realmente funcionan”, seduce y convencen para iniciar otra tentativa… que antes o después se abandonará.  Y así sucesivamente. 





Insistentemente se llega a creer que “algo” está fallando, que estamos consumiendo algún producto “que nos engorda”.

No hay ningún alimento que engorde o adelgace. 

Lo que engorda siempre es la cantidad y la calidad del alimento. 
Supongamos que compramos un tetrabrik de litro de un producto que en la etiqueta nutricional asegura que cada 100 gr. solo aporta 5 Kilocalorías.   Como “no engorda” nos bebemos el litro casi de un tirón. 

La actitud frente a los alimentos de pocas calorías engorda. 

Seguro.  Porque despiertan la voracidad.  Si nos hinchamos de cosas por el único motivo de que su contenido en kilocalorías es bajo, nunca conseguiremos habituar nuestro cuerpo a lo más importante de la alimentación, comer raciones moderadas, que es lo que realmente consigue mantener, o bajar, el peso.

Si nos prohibimos los alimentos que la leyenda popular dice que “engordan”, como por ejemplo los frutos secos, y pasamos días, semanas sin probarlos… el día que caigamos en la tentación…  “como un día es un día” nos vamos a atiborrar de ellos.  Y eso sí que engorda.  Es mejor planificar unos días de la semana para comer un puñadito de frutos secos, que generar un síndrome de abstinencia de ellos y devorarlos sin ton ni son en un momento de debilidad.

Es mejor tomar un delicioso zumo de naranja natural, recién exprimido, saboreando sorbo a sorbo... con pausas, disfrutando del momento. Que comprar un envase de 2 litros de zumo de naranja en cuya etiqueta se asegura que no contiene azúcares añadidos, y que es “light”.   




Lo que realmente no engorda son las raciones moderadas de productos sanos, lo menos industrializados posibles. 


MITO 2.  LA GRASAS ENGORDAN Y NO SON SANAS

La ciencia de la nutrición humana es relativamente joven, y como todas las ciencias en un momento dado ha dicho unas cosas que más tarde, por la experiencia y la investigación, se han dado cuenta que no era así.  Esto es normal en todas las ciencias.

Las grasas se han considerado como el principal enemigo en la lucha del sobrepeso.  Durante años los planes dietéticos se basaban en eliminar completamente alimentos en los que estaba presente la grasa de una manera significativa, sea cual fuera su origen, animal o vegetal.  La tendencia actual es considerar que no todas las grasas son iguales, y que unas son más convenientes que las otras.  Es preferible la grasa de origen vegetal a la de origen animal. 

En las grasas vegetales es preferible el aceite de oliva virgen que los refinados.  En las grasas de origen animal es preferible la grasa de un  filete de calidad que la de los embutidos.




GRASAS TRANS.  Son las peores, y las más peligrosas.  Se forman cuando los aceites vegetales se procesan (se hidrogenan) y se transforman en más sólidos o en un líquido más estable.  Su configuración química las hace más difíciles de digerir y son tóxicas. Aumentan el colesterol malo (LDL) y provocan la disminución del bueno (HDL). 5gr. de consumo diario aumenta un 25% el riesgo de enfermedades cardiovasculares.   

Se utilizan para “embellecer” los productos, para darles más consistencia y una presentación más atractiva.  Se encuentran sobre todo en los productos altamente industrializados de bollería, productos horneados, galletitas, snacks, patatas fritas de bolsa, ganchitos, hamburguesas industriales, golosinas, fritos y en la margarina. 

















Hay que saber elegir alimentos de buena calidad porque las grasas que contienen también son de buena calidad.  ¿Y dónde están los alimentos de buena calidad?  En los alimentos sanos: alimentos de confianza, comprados en establecimientos de confianza. 

Raciones moderadas de alimentos de calidad, con el contenido graso que sea, aseguran el control y la disminución del peso.  Así lo muestran los últimos estudios en dietética y nutrición.





Compra un buen pan, acompáñalo con un buen jamón, de calidad.  Hazte un pequeño bocadillo y disfrútalo. Cómelo despacio, nota como cada bocado pasa por el paladar, se detiene y te produce una sensación placentera…  Sale más barato que comprar una barra de pan de plástico y un sobre de supuesto jamón en la sección de rebajas de la charcutería del súper.

Cambiar calidad por cantidad, no tengas duda, a la larga ahorras y adelgazas.   


MITO 3.  SÍNDROME DE LA NEVERA REPLETA.  LOS HIDRATOS DE CARBONO (AZÚCARES)

En muchas casas (la mayoría) encontramos la nevera repleta, tanto la parte de refrigeración como la sección de congelados.   La necesidad de tener almacenada comida ya la tenemos en nuestros propios genes, como mecanismo de supervivencia.  Parece que nos sentimos más tranquilos sabiendo que hay unas buenas reservas, “por si acaso”.



Tener almacenada mucha comida “por si acaso” es otro de los mitos que no ayudan para nada para controlar el peso. 

Cuanta más comida disponible hay, más se come. 

La abundancia de comida en una nevera indica, sin duda, la abundancia también de productos alto contenido de hidratos de carbono.  Los azúcares o hidratos de carbono están presentes y en abundancia en la mayoría de los productos industrializados, sean dulces o salados, y constituye la auténtica bestia negra de la alimentación. 

Si la sociedad percibe las grasas como potencialmente dañinas, en lo que se refiere a los azúcares, la visión es diferente.  O incluso no es percibida. 

Tenemos claro que “azúcar” es lo que hay en el sobre que nos ponen junto a la taza de café, pero no tenemos claro que casi la totalidad de los alimentos industriales refinados, contienen azúcares y con demasiada frecuencia, en exceso. 

Cuando un producto se etiqueta “bajo en materia grasa”, lo normal es que se haya substituido la grasa por hidratos de carbono, lo cual es peor.

Por poner un ejemplo, una lata de Coca Cola contiene el equivalente de 6 sobres de azúcar de los que nos ponen al lado del café.  Y si son refrescos de los denominados energéticos, el doble. 

El mito de que el equivalente light de los refrescos no engorda, viene dado porque no contienen azúcar, pero sí contienen una extensa gama de substancias substitutivas.

Puestos a elegir, si te apetece un refresco, toma uno de vez en cuando.  Hazlo ocasional, y disfrútalo.   Mucho mejor que beber vasos y vasos de bebida light.


Es un hecho probado que nadie adelgaza o se mantiene en su peso a base del abuso de productos que no engordan.



26.10.11


Reduce el tamaño de los platos
y de los recipientes en general
Se ha comprobado que si reducimos el tamaño de los platos, por ejemplo pasar de 30 cm a 25 cm, comeremos un 20% menos.



Y también se ha comprobado lo contrario. Comer en recipientes muy grandes hace que lleguemos a comer hasta un 40% más.


En los últimos años se han puesto de moda los platos exageradamente grandes que hacen que percibamos las raciones más pequeñas, al menos, así es como lo procesa nuestro cerebro. Sin embargo si el plato es pequeño, la ración “llena” el plato y la ración se percibe más grande.


Acostumbrarse a comer raciones más moderadas será el primer paso, pero no el definitivo, el segundo es saber elegir entre los alimentos que tengan menos contenido calórico y preferir comer los alimentos frescos de origen vegetal, que con menos calorías generan saciedad.


La mayoría de las personas, cuanto más comen más hambre tienen, cuanta más comida ven en la mesa, más aparecen los estímulos de voracidad. Y el tamaño del recipiente y el envoltorio influyen subliminalmente sobre la cantidad de alimentos que tomamos.


Un hábito necesario e inevitable para controlar el peso y ganar salud es ver la ensalada y la fruta como algo habitual.



El acto de “comer” no es exclusivamente cuestión de estómago, sino que el cerebro tiene un protagonismo determinante. En el hipotálamo se concentran los mecanismos que regulan el hambre y la saciedad, actuando de manera antagonista, el primero estimula el apetito y el segundo lo inhibe, cuando se ha comido lo suficiente. El problema es que seguimos comiendo aún cuando nos sentimos saciados. ¿Por qué se sigue comiendo a pesar de estar saciado? Por malos hábitos, por el ambiente y sobre todo, por las emociones. La sensación de saciedad, la sensación de plenitud, es parte de la forma que tiene nuestro cerebro de acoger el mensaje de que ya estamos satisfechos, si no nos sentimos satisfechos, seguimos comiendo, sin saber por qué.


Pero este no es el único motivo, una nueva razón es que la comida industrializada, la que se ha llamado comida fast food, es una comida de mala calidad, altamente procesada y de sabor extremo (o extremadamente dulce, o extremadamente salado), que no satisface, y que, justamente, provoca que nos sintamos menos saciados y más voraces para seguir comiendo.






 Es tan importante acostumbrarnos a comer raciones más moderadas como saber elegir de entre todos los alimentos, los más saludables y los de mejor calidad.



Estudios realizados por:


Pennsylvania State University. Dirigido por Janes Painter.


Standor University. Departamento de Psiquiatria y Ciencias de la Conduca. David Spiegel.


5.10.11

Los atracones perjudican más de lo que se cree







Los atracones perjudican más de lo que se cree


El daño ocasionado por los atracones esporádicos rebasa el incremento de peso que producen.

Aunque se recupere el peso anterior, la grasa acumulada perdura, al menos, dos años y medio. Es un motivo más para evitarlos.

Los atracones son una de las costumbres más perjudiciales a la hora de controlar el peso.
Supongamos que una persona obtiene su equilibrio energético con 2.000 calorías diarias, por ejemplo, y con ellas ni engorda ni adelgaza.

La ingesta durante un atracón de 2.500, 3.000 calorías en una sola comida. Para eliminarlo, debería ingerir 200 calorías diarias menos durante una semana.

El problema reside en que excederse en 1.500 calorías durante un momento de debilidad es más fácil de lo que parece. Sin embargo, restringir 200 calorías diarias durante una semana, cuando la dieta es ya de por sí escasa (al menos, para la persona que tiene tendencia a comer de más), es muy difícil.

En el ejemplo, supondría comer un diez por ciento menos en todas las comidas que se hagan durante los siete días siguientes. La situación podría resumirse diciendo que más le valdría no haberse excedido durante aquella comida, pues
Comer de más es fácil, pero de menos, muy difícil.


El problema el problema real de los atracones por desgracia, es bastante peor.
Los efectos negativos de los atracones perduran al menos durante dos años y medio después de caer en ellos, en forma de grasa corporal extra.

Los investigadores dividieron a 18 personas en dos grupos, a los que sometieron a pautas alimenticias diferentes durante un corto período de tiempo. El primer grupo redujo su actividad física y se sobrealimentó hasta en un 70% en determinados momentos; el segundo siguió sus costumbres habituales en cuanto a actividad física y alimentación. Transcurrido ese breve lapso, se comprobó que el grupo de los atracones había engordado, de media, 6,4 kilos. Sin embargo, la mayoría de ellos perdió ese exceso durante los 6 meses siguientes.
Pero, tras un año, se midió la grasa corporal a los miembros de ambos grupos. Pudo comprobarse entonces que los integrantes del grupo de los atracones tenían una cantidad de grasa corporal significativamente mayor, incluso aquellos que habían recuperado su peso habitual. Dos años y medio después, la diferencia entre ambos no sólo persistía, sino que había aumentado, según la responsable del estudio, Asa Ernersson, quien afirma que


"un corto periodo de excesos con la comida y falta de ejercicio pasa factura a largo plazo, aunque se pierda el peso ganado inicialmente".


 Investigación realizada en la Universidad de Linköping (Suecia).
Publicada en Nutrition and Metabolism.


27.9.11



Dietas fraudulentas.

En forma de best seller o por el eficaz sistema de descubrir que tal famoso la ha usado y le ha ido estupendamente, o incluso revestidas de un estricto control profesional y un elevado precio, los milagros dietéticos reaparecen cada año.

La Asociación Americana de Dietética (ADA), la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, las sociedades médicas dedicadas a la obesidad (SEEDO), así como la de Dietistas Nutricionistas, se desgañitan una y otra vez asegurando que no funcionan y que tienen riesgos.

Pero no les hacen mucho caso. Los milagros ofrecen velocidad, éxito inmediato y una suave continuidad en la que parece que uno puede llegar a olvidarse de la dieta.
Alguna de las fórmulas incluso ofrece ese día a la semana en el que saltarse las molestas reglas que restringen el placer a cambio de tomar cada día un sobrecito de algo.


Y la obesidad crece y crece, como el sobrepeso: "todos los obesos pasaron antes por el sobrepeso",


LA DIETA DUKAN

Los libros escritos por el Sr. Pierre Dukan (“No consigo adelgazar”, “El método Dukan ilustrado” y “Las recetas de Dukan”) ocupan actualmente los primeros puestos en los rankings de ventas de “no ficción”. Es por tanto muy importante que la población tome en consideración la veracidad y legalidad de las afirmaciones de dicho autor, máxime cuando nuestra sociedad está claramente preocupada por los aspectos relacionados con el peso corporal y la figura.

Ninguna de las bases de datos científicas españolas o internacionales (Elsevier, Excelenciaclinica.net, Guías de práctica clínica en el Sistema Nacional de Salud, Scielo, Scirus, ScienceDirect, clinicaltrials.gov, PubMed) contiene estudio alguno que haga referencia a esta dieta o que apoye su eficacia o seguridad. Las palabras de su autor y las experiencias personales de sus testigos o de otros individuos concretos no tienen ninguna validez desde el punto de vista de la evidencia científica o de la salud pública.
El Grupo de Revisión, Estudio y Posicionamiento de la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas (GREP-AEDN, voz científica de la Asociación), desaconseja encarecidamente el “método” o “dieta” propuesto por el Sr. Dukan, por ser ineficaz, fraudulento y potencialmente peligroso.


La “dieta” o el “método” Dukan cumple las características de una dieta fraudulenta. Según la Asociación Americana de Dietética y la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas, las características de las dietas fraudulentas o de los métodos fraudulentos para perder peso, son, entre otras:


• prometen resultados "rápidos",
• prometen resultados "mágicos",
• prohíben el consumo de un alimento o grupo de alimentos,
• contienen listas de alimentos "buenos" o "malos",
• exageran la realidad científica de un nutriente,
• aconsejan productos dietéticos a los que se atribuyen pro-piedades extraordinarias,
• incluyen relatos, historias o testimonios para aportar credibilidad, y
• contienen afirmaciones que contradicen a colectivos sanitarios de reputación reconocida.




Como identificar una dieta fraudulenta:
1. Prometen resultados inmediatos.


2. Prometen resultados mágicos.


3. Prohíben el consumo de un alimento o un grupo de alimentos.


4. Contienen listas de alimentos “buenos” o “malos”.


5. Exageran la realidad científica de un nutriente.


6. Aconsejan productos dietéticos a los que atribuyen propiedades mágicas.


7. Están basadas en el consumo de productos dietéticos caros, si se comparan con el coste de obtener el mismo resultado mediante alimentos de uso normal.


8. Incluyen relatos, historias o testimonios para aportar credibilidad.


9. Contienen afirmaciones que contradicen a colectivos sanitarios de reputación reconocida.


Datos: Asociación Americana de Dietética: Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas.
Las dietas milagro, según un informe de la Estrategia NAOS (Estrategia para la Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad), se pueden clasificar en tres grandes grupos:


Dietas hipocalóricas desequilibradas:

La mayoría de ellas proceden de fotocopias de fotocopias, y en estos últimos años se bajan por internet. En realidad, son dietas muy bajas en calorías que ocasionan déficits en nutrientes y que además ocasionan un gran estrés por el carácter monótono de las mismas. Las tristemente más famosas son: La de la Clínica Mayo, la de la Cebolla, la de los Potitos infantiles, la de toma la mitad y las diversas formas de ayunos modificados.
Dietas disociadas. Se basan en que los alimentos no hacen que se suba de peso, sino que son las combinaciones de los mismos. Provocan un sobreesfuerzo metabólico que obliga al organismo a utilizar su grasa de reserva y por lo tanto a adelgazar. Las más famosas son: Hollywood, Montignac, Hay, Atkins y la isodieta.


Dietas excluyentes:

Suprimen radicalmente algún tipo de nutriente. Pueden ser: Ricas en hidratos de carbono y sin grasas y proteínas: la del doctor Prittikin y la del doctor Haas. Ricas en proteínas y sin hidratos de carbono: Sustitutivos de comidas basados en proteínas y, como la dieta de los astronautas, la de Hollywood y la dieta de la proteína líquida. Producen una sobrecarga renal y hepática muy importante. Aportan muy pocas calorías, por lo que el organismo reacciona compensando la falta de energía recibida con un aumento de la destrucción de las proteínas corporales como fuente alternativa de energía, lo que provoca una pérdida de masa muscular y formación de cuerpos cetónicos, peligrosos para el organismo si se prolonga en el tiempo.

6.9.11

La ingesta compulsiva


La ingesta compulsiva: comer lo no permitido


La ingesta compulsiva es el trastorno de la alimentación que ha crecido más en los últimos años, y es la causa central de la irrupción de la obesidad como epidemia del siglo XXI.


Un 5% de la población padece este problema, pero si nos centramos en la población con sobrepeso y obesidad, el porcentaje llega al 50%.


La persona que padece esta enfermedad presenta momentos de descontrol en los que ingiere una gran cantidad de alimentos (especialmente aquellos que no le están permitidos).


Características de la ingesta compulsiva:


Se come, aún si hambre.


La persona mezcla estados de ánimo con la comida. Asocia sus cambios emocionales (buenas noticias, malas noticias, ni buenas ni malas noticias) de forma inevitable con la comida.


Las sobreingestas al final se hacen a escondidas, y van acompañadas de sentimientos de culpa, vergüenza, estados depresivos… enojo con uno mismo, por no haber sabido evitarlo.


Hemos dicho “al final”, porque no siempre los episodios de sobre ingestas se han vivido como una pesadilla, al principio se preparan y se ven como algo gratificante, normalmente antes de aparecer la obesidad.


En los estados avanzados, comer compulsivamente significa tratar de llenar un vacío con comida, un vacío que no llega nunca a llenarse, se come hasta que se llega a la plenitud extrema, ante lo cual la persona abandona, y se siente frustrada por no haber conseguido la sensación placentera, que en los estados iniciales de la enfermedad se tenían.



Las sobreingestas pueden manifestarse de dos maneras:


Atracón: grandes cantidades de alimentos en un tiempo reducido.
Picoteo: se va “picando” entre comidas, a lo largo de todo el día.




Consecuencias de la ingesta compulsiva


Es entrar en una dinámica de fluctuaciones de peso, estas fluctuaciones al final siempre a la alza, es decir, que una bajada de peso, va acompañada a una recuperación de todos los kilos, más unos cuantos de propina.


Otra consecuencia es el aislamiento, y la evitación de las relaciones, con una clara repercusión en la autoestima y en la autoconfianza.




Conductas compensatorias inapropiadas

Como se ha podido observar, en las diferentes clasificaciones de trastorno alimentario aparecen como conductas compensatorias inapropiadas las siguientes:

  • Tipo purgativo: Se provoca regularmente el vómito, o usa laxantes, diuréticos o enemas en exceso.

  • Tipo no purgativo: Ayuno o el ejercicio intenso (vigorexia), pero no recurre regularmente a provocarse el vómito ni usa laxantes, diuréticos o enemas en exceso.



Nuevas formas de conductas compensatorias inapropiadas:

  • El uso continuado de dietas milagro.
  • Estar a la última en estrategias para perder peso, dietas de todos los tipos y de todos los colores, basadas en los más variados conceptos.
  • Padecer obesidad y hacer dietas sin supervisión médica, y, cuando lo requiera apoyo psicológico.

Es un trastorno progresivo, que podríamos caracterizar por:

1. una ocasional o continuada pérdida de control sobre los alimentos,
2. una exagerada preocupación por la comida y por tenerla cerca,
3. pensamiento irracional sobre la comida,
4. que continúa haciendo la conducta, a pesar de sus adversas consecuencias.

2.8.11

Dietas y resbalones

Dietas y resbalones







Ponerse a dieta no deja de producir una sensación agridulce, porque se entremezcla la ilusión por bajar unos kilos, con el recuerdo amargo de la última intentona por perder peso que resultó un fracaso.

Con los años, con la suma de dietas que no han funcionado y otros intentos por bajar de peso frustrados, cada vez nos vamos quemando más y hace que cada vez que intentamos nuevos sistemas para bajar de peso cada vez se hace peor.

Aunque cada vez se haga peor, las reglas y las prohibiciones dietéticas cada vez quieren ser más estrictas. Hasta el punto que supone un serio problema para la fuerza de voluntad. Cuando se sucumbe y sufrimos un resbalón que trasgrede la estricta y férrea dieta que habíamos planificado, la reacción es abandonar la dieta, y pasar por un periodo de “reposo”, un periodo de “ninguna dieta”, comer todo lo normal que se pueda, hasta que llega de nuevo el descontrol, ese descontrol que se había prometido una y otra vez que nunca más llegaría.





LA PARADOJA ES QUE AL FINAL, LAS DIETAS SE PUEDEN CONVERTIR EN UN ENTRENAMIENTO EXHAUSTIVO Y CONCIENZUDO PARA SALTARSE DIETAS CADA VEZ EN MENOS TIEMPO. ES DECIR, EL EFECTO CONTRARIO DEL BUSCADO.


La etapa de descontrol va seguida de un sentimiento de culpa y lo que es peor, de subir más kilos, incluso más kilos que los que se tenían antes de iniciar la última dieta. En este momento puede aparecer una etapa de aceptación (o mala aceptación) del cuerpo, “me acepto a pesar de esos horribles kilos de más”, hasta que la aparente calma se hace insoportable y se decide hacer una nueva dieta, con lo que se cierra este ciclo autoperpetuante de dieta-fracaso-periodo de aceptación.



Si quieres bajar de peso has de saber que…

Hacer una dieta es mucho más que bajar de peso, es decidirse por un estilo de vida más saludable. Comenzar un nuevo camino en la vida. No tener que estar siempre en el dilema entre comer lo que debo y lo que no debo. Es, sobre todo, una inversión a medio/largo plazo, para implantar nuevos y saludables hábitos de manera definitiva. Tus mejores aliados son el tiempo y la constancia. No hay atajos.

Debes aprender hábitos saludables, y también reglas especiales para cuando tengas un resbalón. Vive una transgresión no como un fracaso que indica el abandono de lo bueno que habías hecho, sino como una parada para reemprender el buen camino con más convicción.

Una buena dieta es aquella que no te hace pasar hambre, y, además te hace sentirte saciado. Lo primero evita que pierdas el control, lo segundo te da la tranquilidad de saber hacer las cosas bien.

De la misma forma que tu organismo reacciona con pánico ante la falta de oxigeno y de agua, también reacciona de la misma manera ante la falta de comida.  No es que tengas falta de voluntad, es que se trata de una cuestión de superviviencia.  Nuestro instinto no está programado para pasar hambre.  La vida solo es posible con oxígeno, agua y energía. 
Nunca hagas dietas sin el asesoramiento de un equipo médico y nutricional.