Reduce el tamaño de los platos
y de los recipientes en general
Se ha comprobado que si reducimos el tamaño de los platos, por ejemplo pasar de 30 cm a 25 cm, comeremos un 20% menos.
Y también se ha comprobado lo contrario. Comer en recipientes muy grandes hace que lleguemos a comer hasta un 40% más.
En los últimos años se han puesto de moda los platos exageradamente grandes que hacen que percibamos las raciones más pequeñas, al menos, así es como lo procesa nuestro cerebro. Sin embargo si el plato es pequeño, la ración “llena” el plato y la ración se percibe más grande.
Acostumbrarse a comer raciones más moderadas será el primer paso, pero no el definitivo, el segundo es saber elegir entre los alimentos que tengan menos contenido calórico y preferir comer los alimentos frescos de origen vegetal, que con menos calorías generan saciedad.
La mayoría de las personas, cuanto más comen más hambre tienen, cuanta más comida ven en la mesa, más aparecen los estímulos de voracidad. Y el tamaño del recipiente y el envoltorio influyen subliminalmente sobre la cantidad de alimentos que tomamos.
Un hábito necesario e inevitable para controlar el peso y ganar salud es ver la ensalada y la fruta como algo habitual.
El acto de “comer” no es exclusivamente cuestión de estómago, sino que el cerebro tiene un protagonismo determinante. En el hipotálamo se concentran los mecanismos que regulan el hambre y la saciedad, actuando de manera antagonista, el primero estimula el apetito y el segundo lo inhibe, cuando se ha comido lo suficiente. El problema es que seguimos comiendo aún cuando nos sentimos saciados. ¿Por qué se sigue comiendo a pesar de estar saciado? Por malos hábitos, por el ambiente y sobre todo, por las emociones. La sensación de saciedad, la sensación de plenitud, es parte de la forma que tiene nuestro cerebro de acoger el mensaje de que ya estamos satisfechos, si no nos sentimos satisfechos, seguimos comiendo, sin saber por qué.
Pero este no es el único motivo, una nueva razón es que la comida industrializada, la que se ha llamado comida fast food, es una comida de mala calidad, altamente procesada y de sabor extremo (o extremadamente dulce, o extremadamente salado), que no satisface, y que, justamente, provoca que nos sintamos menos saciados y más voraces para seguir comiendo.
Es tan importante acostumbrarnos a comer raciones más moderadas como saber elegir de entre todos los alimentos, los más saludables y los de mejor calidad.
Estudios realizados por:
Pennsylvania State University. Dirigido por Janes Painter.
Standor University. Departamento de Psiquiatria y Ciencias de la Conduca. David Spiegel.
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