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- "Dieta” es la palabra que ha conseguido mayores fracasos en los últimos 50 años: Millones de personas obesas se han puesto a dieta, con el frustrante resultado de recuperar todo el peso más unos kilos de propina.
- El 40% de los niños de 10 años padece obesidad. Lo que indica que se avecina un grave problema para nuestra sociedad.
- Es también el fraude legal que ha dado más dinero, prometiendo cosas que luego no se han cumplido.
- La enfermedad y su tratamiento es secundario (que no quiere decir menos importante). Lo importante es la persona y su motivación. Y saber llegar a ella.
Para bajar peso es necesario un tratamiento integral realizado en una unidad de obesidad, que garantice una pérdida progresiva, teniendo en cuenta todos los factores implicados: grado de sobrepeso, tipo de alimentación, nivel de actividad física, estado emocional, motivación para cumplir el tratamiento.
La obesidad requiere un tratamiento multidisciplinar:
- Alimentación equilibrada, aconsejada y supervisada por médicos especialistas.
- Apoyo psicológico.
- Y, sólo cuando sea necesario, alguna medicación.
La obesidad es un problema de salud. Es una enfermedad en sí misma, causante a su vez de numerosas complicaciones: hipertensión, diabetes, colesterol... La obesidad no es solamente un problema estético. Lo peor es, justamente, lo que no se ve: el exceso de calorías y la grasa que comemos se convierten en grasa corporal que, a su vez, se convierte en un peligro.
La obesidad ocasiona graves consecuencias psicológicas:
El desagrado por el aspecto físico debido al sobrepeso a veces esconde importantes aspectos psicológicos e incluso psicopatológicos.
El peso tiene una gran repercusión en la imagen y la vivencia del propio cuerpo, y la ingesta está influida por ambas.
EMPEZANDO DE CERO (Recién salidito de la Universidad)
Empecé mi carrera profesional con un fracaso detrás de otro. La palabra “psicólogo” es tan amplia que, al menos en aquellos tiempos, se podía hacer de todo. Por casualidad (o sea, después de haber mandado innumerables currículos y haber llamado a innumerables puertas) entré en el mundo del sobrepeso y la obesidad. Trabajaba para un importante médico especialistao que en los años 80 ya intuía que la obesidad era algo más que dar una hoja de dieta al paciente. Entendió que tenía que hacer algo más, porque su consulta cada día se llenaba de personas obesas, y con el solo método de la dieta, cada día llegaba a la conclusión de que no era suficiente para ayudar a sus pacientes. Conmigo la cosa fue algo mejor, pero no mucho. Los pacientes perdían más kilos, y por ello estaban más motivados. Pero la motivación que yo les daba, no conseguía ser lo suficiente extensa como para que durante 3, 4 ó 6 meses estuvieran disciplinados y consiguieran algo que lo vivían como un castigo y no como una alternativa necesaria, que era comer verdura y ensaladas, carnes a la plancha y raciones de fruta. Y sufrir en un gimnasio. No sabía qué hacer, ni qué decir, iba a ciegas. Preguntaba por su pasado, esperando encontrar algún desencadenante a su obesidad. A veces encontraba una situación altamente estresante que provocó un trauma al paciente. Y yo me decía: “ya está, este es el motivo por el cual esta persona es obesa, le ocurrió tal cosa y canalizó su ansiedad, su trauma, en la comida”. Un fracaso, además, le hacía revivir al paciente situaciones que no le gustaba recordar.
El paciente me decía “a las 7 de la tarde empieza a despertarse un hambre atroz, imparable, que no me deja tranquilo hasta que voy a la panadería y me como 3 cruasanes de chocolate”. Apliqué mis recién aprendidas lecciones de la facultad, y le dije “bueno, mañana podrías comer solamente 2 cruasanes”. El paciente me dijo que sí.. y lo hizo, llegó a comer solo 1, incluso llegó a substituir el cruasán de chocolate por otros productos menos calóricos. Pero a la larga no funcionó, se cansó, recayó, y dejó de venir. Recordé lo que me dijo un profesor “O ayudas, o complicas la situación, no hay intervención neutra”.
Paralelamente a mi actividad profesional, hacía trabajos de voluntariado, ayudaba a personas que tenían problemas de adicciones, especialmente alcoholismo. Con la persona alcohólica, obtenía buenos resultados. Tan buenos resultados que mis compañeros me decían “qué les dices, qué les haces, tu método les ayuda”. No les decía nada especial, simplemente estaba con ellos, les hablaba y les enseñaba cosas. Como no me sentía obligado a obtener resultados, simplemente me dedicaba a hablar con el paciente, sin un interés especial para que dejara su adicción. Venía una persona alcohólica a pedir ayuda, y le pedía que el próximo sábado estuviera todo el día disponible.
Estaba todo el día con él, siempre elegía una visita a la Pedrera de Gaudí o una exposición en el Caixa Forum. Me pasaba toda la mañana explicando la vida y obra de Gaudí, o extensamente del autor y obra de la exposición del Caixa Forum. Hablaba de todo, menos de su enfermedad. Luego íbamos a comer, y pasábamos la tarde juntos, hablando puntualmente de su problema. Cuando se hacía de noche le decía: “Bueno… ya has conseguido 12 horas de abstinencia, te dejo en casa y procura cumplir con las otras 12 horas. Mañana me llamas y me dices cómo ha ido”. Iba bien. Conseguíamos las primeras 24 horas de abstinencia.Tutelaba al paciente de una manera continuada, hasta la primera recaída, que era cuando le pedía que tomara la medicación que toman los alcohólicos, que les impide beber alcohol. O sea que una de las bases para que el alcohólico controle su enfermedad es que tome voluntariamente una medicación que hace que cuando prueba una gota de alcohol se sienta fatal, por tanto, se ven forzados a no tomar alcohol.
LOS TRATAMIENTOS FORZADOS: TOCAR FONDO Y SOMETERSE VOLUNTARIAMENTE A UNA SITUACIÓN EXCEPCIONAL
Participé en la creación de la primera Unidad Integral para el tratamiento de la Obesidad, basada en tratamientos forzados: balón intragástrico y reducción de estómago.
Se trata de tratamientos de por vida. La obesidad es una enfermedad crónica, no se cura. Se controla a lo largo de los años, bajo un seguimiento adecuado. La parte psicológica es la más significativa.
El tratamiento que recibe el paciente es un tratamiento enfocado a combatir la adicción a la comida. La persona obesa ha quedado enganchada a la comida, como el alcohólico a la bebida. Es lo mismo, el único cambio es que el alcohólico nunca más probará el alcohol, y el obeso deberá aprender a relacionarse con lo que ha sido su peor pesadilla.
Hemos aceptado que el alcoholismo es una adicción y que los afectados necesitan un periodo de rehabilitación, pero no aceptamos que la persona obesa necesita perder peso y también un periodo de rehabilitación, durante el cual aprenda lo necesario sobre su problema y a llevar una vida sana y normal para el resto de sus días.
Se trata de cambiar el concepto de dieta por el de equilibrio energético, equilibrio emocional y equilibrio social.
La receta contra la obesidad seria aprender a saber llevar un balance equilibrado entre lo que consumismos y lo gastamos.
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