Toda conducta que se realiza para substituir una carencia, se considera una adicción.
Cuando una persona es adicta a excederse en algo, más que satisfacción busca el reducir un malestar interno. Le está dando un protagonismo a “algo” (alcohol, juego, comida, drogas) que es un sustitutivo artificial de otro “algo” más profundo.
Todo intento de evita/ignorar este segundo “algo”, acaba en un episodio de síndrome de abstinencia, o recaída, en el que cada vez que se sucumbe, y se vuelve a empezar, se reinicia con más fruición, con más desespero. El tabaco adquiere un protagonismo mucho más allá del “pitillo del mediodía”. El juego va mucho más allá del objetivo de conseguir un premio. Y la adicción a la comida va mucho más a allá del “darte un capricho”.
La ingesta compulsiva. Una forma de adicción
Comer por ocio o placer es una conducta que se pierde en la noche de los tiempos. Sin embargo, a partir de la industrialización de la alimentación, la comida rápida, la ansiedad, y el estrés, ha surgido un nuevo problema: la dependencia de la comida, como elemento catalizador de los principales estados de ánimo, positivos o negativos. Se trata de un trastorno que recibe el nombre ingesta compulsiva.
Este trastorno se caracteriza porque la persona no es capaz de controlar sus impulsos con la comida, lo que le a acarrea una serie de graves consecuencias en la salud y en las esferas personal, familiar, profesional y social. Viene a ser, por tanto, un trastorno progresivo, que podríamos caracterizar por
a) una ocasional o continuada pérdida de control sobre los alimentos,
b) una exagerada preocupación por la comida y por tenerla cerca,
c) pensamiento irracional sobre la comida,
d) que continúa haciendo la conducta, a pesar de sus adversas consecuencias.
El poder adictivo de la comida
Las personas no sólo comemos para saciar nuestro apetito. También se puede engullir por puro placer y con demasiada frecuencia para canalizar tensiones emocionales.
El problema es que "aprendemos" a gratificarnos engullendo. Es decir, nos hemos vuelto adictos a la necesidad de sentir el estómago lleno, el problema, como en todas las adicciones, es cada vez se necesita más para sentir lo mismo.
Si nos acostumbramos a comer en exceso grasas y azúcares, el organismo se hace adicto a la necesidad de sentir esta plenitud, que cuando se intenta reducir (mediante una dieta) se experimentan auténticos síndromes de abstinencia.
Sucumbir a un síndrome de abstinencia es reforzar la adicción, es reforzar el carácter adictivo de lo que se está haciendo, que en los primeros momentos se hizo por placer, y ahora se hace adicción, nada que ver con el placer inicial.
El problema fundamental es que en la adicción a la comida no puedes decir “nunca más”. Puedes decir “nunca más me fumo un solo cigarrillo”, “nunca más entro en una sala de juego”, porque son adicciones no vitales. Sin embargo jamás podrás decir “nunca más comeré”. Necesitas aprender a relacionarte con lo que se había convertido en tu peor enemigo y debes normalizar la relación con la comida, puesto que la llevas totalmente descontrolada desde hace años.
¿Tengo un problema con la comida?
□ He hecho muchas dietas y lo he recuperado todo, o más peso del inicial.
□ Como deprisa, incluso sin tener hambre.
□ Me siento culpable por haber hecho con la comida abusos que no debía hacer.
□ Como a escondidas.
□ Pico entre horas sin poder evitarlo.
□ Comer más cantidad de comida de la que se debe comer, sin poder evitarlo.
□ Abandonar dietas al poco tiempo de haberlas iniciado, incluso después de haber pagado una importante cantidad de dinero por el tratamiento.
□ No me compro ropa, siempre estoy esperando a perder unos kilos para hacerlo.
□ Aplazo proyectos, citas, encuentros, es decir, no me gusto.
Indiferencia
A lo largo de nuestra vida nos vamos relacionando con objetos, conductas, substancias. Alcohol, tabaco, juego... que no nos influyen significativamente. También podemos nombrar conductas, estímulos, prácticas, vivencias, como enamorarse, hacer deporte, ir al cine. Digamos que mantenemos una relación normalizada con todas ellas… jugamos a la lotería con moderación, consumimos alcohol con moderación, nos enamoramos, sin que ello nos invalide para seguir en las otras áreas de nuestra vida.
Todos, en mayor o menor grado, o en un determinado estado anímico, podemos caer en la tentación de sobredimensionar “algo”.
Algo que nos era indiferente, le atribuimos una capacidad extra que hasta ese momento no le habíamos dado. Sería el paso del comer por alimentarse, al comer por comer (por ansiedad, por estrés, por hábitos… )
Ocupación
Alla actividad que solamente se hacía de vez en cuando, se convierte en sistemática. Por ejemplo de fin de semana. Con el paso del tiempo, cada vez se espera con más impaciencia el fin de semana, en algunas ocasiones el fin de semana ya es en viernes. Si alguna semana no puede hacerse, no ocurre nada, la persona puede seguir con sus actividades, aunque con una cierta inquietud. Ejemplos: comilonas de fin de semana, uso del alcohol, tabaco… drogas…
La única salida que hay es hacer un tratamiento en una unidad especializada. Todo lo que no sea un equipo multidisciplinar, una gran motivación por parte del paciente y el necesario apoyo del entorno, conduce al fracaso.
En el caso de la alimentación, los Trastornos de Alimentación se tratan como enfermedades crónicas en centros especializados. Si se ha llegado a la obesidad, es necesario que el tratamiento se realice en una Unidad de Obesidad, con un equipo multidisciplinar: Médicos especializados en endocrinología y nutrición, y soporte psicológico.
El objetivo del ser humano es conseguir un equilibrio vital, la motivación necesaria para que no todo nos sea indiferente, y cuando conviene que nos ocupemos, nos preocupemos, e incluso en determinados momentos nos obsesionemos por conseguir algo. Siempre y cuando sepamos volver a un tono vital adecuado. Ser feliz equivale a encontrar el equilibrio necesario entre ocupación (motivación) preocupación (querer) y obsesión (luchar).
5 comentarios:
Muy bueno este post, lo voy a imprimir para leerlo con detenimiento.
Gracias.
veo que conoces muy , pero que muy a fondo todo el tema, lástima que no tenga más divulgación, pero aqui todos nos vemos retratados.
Lo pintas tan facil lo de caer en la comida, que casi te da miedo de ir al restaurante...
adelante, sigue sigue,no pares, sigue
SAludos de una carboadicta
Excelente post. Un saludo!
Excelente, sí. Yo creía que una vez descubierto este asunto ya no podía olvidarlo, pero no. Ahora tengo que redescubrir todo lo que creí que ya sabía. Gracias por ponérmelo más fácil. Besines...!
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